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Desde principios de 2020 permanece cerrada al culto la iglesia de San Francisco debido al desprendimiento de una de las piezas del retablo mayor, lo que activó las alarmas de su estado. Tras una primera evaluación, los técnicos de la Junta elaboraron un informe donde exponían que habían observado «un gravísimo y generalizado ataque de insectos xilófagos, concretamente de termitas. Igualmente se ven zonas repintadas en las que antes había molduras y elementos decorativos, lo cual significa que este retablo lleva mucho tiempo siendo pasto de estos insectos y ahora han empezado a desprenderse y caerse piezas más grandes, las últimas corresponden a uno de los estípites del cuerpo principal, concretamente el situado en el extremo izquierdo. Hay otras muchas que están desprendiéndose y amenazan con caerse. Esto no solo pasa en el retablo mayor, tienen el mismo y serio problema los dos retablos laterales que albergan a San Antonio de Padua y San Pedro de Alcántara».
Tras contar con presupuesto para su restauración, una vez que se firmó un convenio entre la Diputación de Badajoz y la Diócesis de Badajoz, comenzaron los trabajos, supervisados por técnicos de la Junta a finales de 2021, a cargo de un equipo de tres restauradores, uno de ellos carpintero. Así, en una primera fase comenzaron los trabajos de desmontaje del retablo cuyas piezas se embalaron en bolsas donde se eliminaron los insectos. En una segunda fase, que comenzó tras el verano de 2022, se están reconstruyendo las piezas, consolidándose con resina e injertos de madera para que obtengan su original consistencia. «El problema es que las termitas se comen el interior de la pieza y a simple vista no se aprecia el daño, aparentemente están bien en su exterior visible, pero por dentro están huecas», quien así lo explica es la restauradora Carmen Vega.
Una vez que termine esta fase, debe comenzar una tercera donde se eliminen las capas de repintes y comenzará el montaje de las piezas que ahora se están consolidando para que el retablo tenga consistencia y estabilidad. «La Administración debe presupuestar esa tercera fase para culminar el proyecto tras unos tres meses más de trabajo». Un proyecto que no contempla la restauración de los dos retablos laterales también afectados, «porque los trabajos que estamos acometiendo no son perimetrales, solo el retablo mayor», afirma la restauradora, quien opina que se debería cuidar mejor el patrimonio de Alburquerque, « porque es un pueblo con mucho potencial patrimonial».
El retablo mayor de la iglesia de San Francisco es de madera policromada y de estilo barroco churrigueresco, puede fecharse entre finales del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII. En él se emplea el estípite como principal soporte y consta de tres calles y dos cuerpos, el principal de gran desarrollo y el segundo cuerpo de menores dimensiones. El retablo ocupa la totalidad del muro del presbiterio y tiene 8 metros de alto por 6,5 de ancho.
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