

Elías Cortés Fernández (Alburquerque, 1940), presentó el pasado 13 de agosto la obra 'Las pertinaces dehesas'. Fue en el encuentro anual de colaboradores de la revista Azagala celebrado en Hotel Machaco, en un acto donde el autor estuvo acompañado por el alcalde, Manuel Gutiérrez, y el director de Azagala, Francisco José Negrete.
Guionista, autor de más de mil artículos en la recordada revista de humor La Codorniz, colaborador de otras muchas publicaciones, premiado en diferentes certámenes literarios, autor del también poemario 'Escribiré de amor en tus entrañas (Ed. Círculo Rojo, 2013), Cortés, comisario de policía retirado, reside en la ciudad alicantina de Orihuela desde hace más de 40 años. La distancia no ha sido obstáculo hasta ahora para seguir ligado a su tierra extremeña y rayana, a su añorado Alburquerque. De este modo, y guiado por los recuerdos, por la nostalgia, regresa a lo más profundo de estos sentimientos representados en su esencia primigenia por la dehesa, esa exuberante naturaleza que ofrece el campo extremeño. Los protagonistas de su nuevo poemario no son otros que los grillos, lagartos, abejarucos, ciervos, cernícalos y águilas, grullas, encinas y alcornoques, mastines... seres que, en definitiva, dan vida a una dehesa a la que Elías Cortés siempre retorna y también espera hacerlo en su último viaje, cuando algún día, esperemos que lejano, sus cenizas esparcidas se fundan para siempre con esos campos anhelados.
Como uno más de los que tuvieron que abandonar su tierra, dedica la obra a los emigrantes extremeños,«a todos los que en los años 60 del siglo XX salieron de Extremadura con equipajes de angustia y esperanza, aferrados a sus maletas de cartón o de madera, con una insoportable pena negra en el alma». Es por ello por lo que asegura que en el libro expresa, «el exilio, el destierro que sufro, con el deseo de regresar siempre al sitio que más quiero, a mi pueblo».
Emocionantes fueron sus palabras sobre sus primeros recuerdos de Alburquerque, mezclados con la neblina del tiempo. «Las Laderas, el cruce con la carretera Badajoz-Valencia de Alcántara, la Cruz de los Caídos, los grandes eucaliptos y hermosos pinos, sentado junto a mi madre esperando por las tardes a que mi padre acudiera tras las clases en la escuela». Así, afirmó que el libro es, «una llamada sin queja, un grito en silencio, un desgarro limpio en el alma, una sucesión de testimonios más o menos neblinosos, una continuidad de anhelos aferrados al corazón, un canto de amor, el cumplimiento de una deuda y un humilde testamento de alguien que siempre presumió de ser de pueblo y vivir sin haberse desprendido del pelo de la dehesa. De las dehesas que jamás se fueron», a la vez que recordaba algunos lugares y momentos propios del terruño, del pueblo, como el órgano de Santa María , los cencerros, la verbena en la feria, los pasacalles, la ermita de la Virgen de Carrión, el Castillo, las callejas, los bailes del Sokokin, el Cine la Torre, la calleja de Mayorga, o el colegio de La Tahona, entre otros muchos. Pero también la posguerra, el hambre y el frío, y algunos de los personajes más populares por aquellos tiempos.
El libro, en cuya portada encontramos una composición fotográfica con la imagen de Elías niño y de fondo Alburquerque y su majestuoso castillo, ha sido publicado por la Diputación de Badajoz («gracias al trabajo del concejal Juan Carlos Prieto»), se puede adquirir en Librería Maribel, siendo la recaudación a beneficio del Colectivo Cultural Tres Castillos, editor de Azagala.
Cortés ha sido una de las voces más críticas con la situación que vive Alburquerque, una de las poblaciones más endeudadas de España. «En el mundo de la política de Alburquerque en estos últimos años hay algo insoportable, no me explico cómo una persona, Vadillo, no está en la cárcel como malversador absoluto. Pero, por otro lado, lo que me gustaría es que la gente despierte y entienda que lo mejor es llevarse bien y estar unidos todos, y más en la situación muy lamentable que han quedado el Ayuntamiento. Que todo el mundo comprenda que la nueva Corporación tiene que hacer unos esfuerzos extraordinarios para poder sacar esto adelante, por lo que pido que se pongan a empujar un poco el carro y entre todos coloquemos a Alburquerque donde debe estar, que se restaure el castillo y se aprovechen turísticamente todos los encantos que tiene nuestro pueblo».
Su estancia en Alburquerque en este mes de agosto, junto a su esposa María Luisa, ha significado toda una despedida, «porque veo difícil volver, como digo en el libro que también es una especie de testamento. Estamos muy lejos y la verdad nos ha costado mucho venir por mis problemas de movilidad, y me temo que no volveremos. Así es la vida y tampoco nos vamos a poner a llorar porque esta sea, lamentablemente, la última visita al pueblo. Aprovecho para despedirme de mis paisanos con todo el amor del mundo», nos dijo Elías, visiblemente emocionado.
En el acto que acogió la presentación del libro, Cortés hizo, además, entrega a la biblioteca municipal Manuel de la Rosa de la colección encuadernada de la revista Azagala, donación que recogió el concejal de cultura y turismo, Jesús Martín. El encuentro de colaboradores de Azagala giró en torno al cambio político que se ha producido en Alburquerque, y en la gala se rindió homenaje, entre otros, a Juan Díaz, colaborador durante muchos años de la revista.
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