La prensa en papel es cada vez menos demandada en favor de la digital, la que se encuentra en el móvil, tableta u ordenador. De igual forma, los libros digitales son cada vez más demandados imponiéndose a los clásicos de papel, a los libros de toda la vida.
Este cambio en las costumbres de los lectores está perjudicando, y de qué manera, a las librerías y papelerías a las que resulta cada vez más complicada la supervivencia en este mundo digital. Es algo que bien conocen Ernesto Silva y su madre Tere Rasero, últimos responsables de Librería Colón, establecimiento fundado en 1977 y que ahora, 46 años después, cierra sus puertas definitivamente.
La historia de este negocio comenzó en septiembre de 1977 cuando la propietaria de la vivienda número 12 de la comercial y céntrica calle Colón, Paqui Pérez, constató, junto al maestro Paco Durán, la necesidad de contar en Alburquerque con una librería. Dos años después, la inolvidable Paqui regentaba en solitario el negocio, hasta su fallecimiento en 1997. Desde ese momento fue su hija, Tere Rasero, quien estuvo al frente del comercio hasta que en 2018 pasó a manos de su hijo, Ernesto Silva, quien lo ha gestionado hasta este año 2023, cuando Librería Colón baja la persiana.
La que fuera primera librería de la localidad echa el cierre, «porque el papel no se estila, con la digitalización de los libros que ahora se leen en tablets, y los periódicos resultan más baratos con las suscripciones digitales que con la prensa diaria en papel», reconoce Ernesto Silva, quien añade que, «prácticamente los únicos compradores de periódicos que quedan son personas de más de 60 años por no perder la costumbre, y por otro lado cada vez se siguen menos los libros de texto, que ahora se compran a comerciales, y se siguen en el ordenador o con apuntes». La caída en las ventas viene motivada por el auge de lo digital frente a lo analógico, lo tecnológico e inmaterial frente a lo material y tradicional. La decadencia de las librerías clásicas está provocada además por el azote de la crisis económica, a la que se suma la propia crisis del sector debido a este cambio de hábitos de consumo y a la inflación, entre otras razones. «Todo ello hacía inviable esta librería, por lo que hemos decidido cerrar. Estamos liquidando al 50 por ciento todo el material que nos queda, y después decidiremos si alquilamos el local o abrimos otro negocio». sentencia Ernesto.
A modo de despedida, el joven alburquerqueño agradece a los clientes particulares y establecimientos de hostelería, «que hayan seguido comprando aquí hasta el último día».
Atrás quedan 46 años al servicio de Alburquerque, vendiendo cultura y artículos de papelería.
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