La casa de la cultura acogió este viernes, 31 de marzo, el acto de entrega de premios de la trigésimo tercera edición del Concurso Internacional de Narraciones Cortas Luis Landero, organizado por el IES Castillo de Luna y en el que participan alumnos de secundaria. El acto contó con la presencia de Luis Landero, escritor alburquerqueño afincado en Madrid, Premio Nacional de las Letras Españolas 2022, y recientemente nombrado hijo predilecto de Alburquerque.
El novelista estuvo acompañado por autoridades, miembros de la comunidad educativa, así como por alumnos de secundaria llegados desde Don Benito y Mérida. El apartado musical lo protagonizó el Centro Municipal de Música bajo la dirección de David Álvarez.
En esta edición han sido 268 los relatos recibidos tanto de España como de Iberoamérica, resultando ganadora Sofía Maeso de El Palmar (Murcia), mientras que los dos accésit recayeron en Zoe Goicoetxea de Torrelodones (Madrid), y María López, de Badajoz. También se entregaron premios de poesía y relatos hiperbreves a alumnos del IES Castillo de Luna.
Eva Martín, en representación de la Consejería de Cultura de la Junta, elogió la trayectoria del certamen literario por el fomento de la lectura y la escritura, así como al laureado escritor.
Tras las palabras de agradecimiento de las ganadoras, llegó el momento más esperado cada año, la alocución de Landero, quien en esta ocasión agradeció especialmente el trabajo de la directora del IES, Luciana Pintor, que alcanzará la jubilación al finalizar el curso. El novelista habló de los inicios del premio a cargo de «agitadores culturales como Ángel Campos, al que Extremadura debe mucho». Recordó también a Rafael Fenoll, «otro agitador cultural que da nombre al teatro donde nos encontramos». Una vez más recordó su infancia, pero en esta ocasión a través del lenguaje de aquel entonces, «palabras en desuso, decatalogadas, como merendisca, cacho, peruétano, brutarate o botarate, burranco, enrea, pamplinoso, pejiguera, farraguas, fuguiña, mequetrefe, gasparullo, picanso, escarrancharse, milguera, pelillera, racero, falagar, changar, safar, fechadura, fusca, tupío, jatear, filfa, zorrera, empicao, perrengue, arrepío, morgañera, gafaito, pitera, añugar, entallar, tenderengue, arribota, chinfarrá, pilila, chinfarrá, bolindre, picota, carozo, amargusear, poipa, rola, espolijar, destronao, señacho, frijones, boliche, chiquinino, mijina, amollecer, aguachinar, furriola, flechaito, mejorino, pilistra, escuerzo, tarama, añugar, poipa... Con todas ellas tengo una relación sentimental, palabras queridas que están unidas a mi momento fundacional de vida, a mi infancia, porque uno tiene que conservar siempre al niño que lleva dentro, pero sin renunciar por ello al sabio que uno puede llegar a ser con estudio, dedicación, con observación y empeño. La pareja formada por el niño que aporta la inocencia y la intuición, y el sabio que uno puede llegar a ser, es estupenda, como maravillosa es la pareja que forman la hormiga y la cigarra».
Este concurso de narraciones corta nació en el curso escolar 1990-91, cuando un grupo de profesores, encabezados por el poeta Ángel Campos Pámpano, decidió crear un certamen literario para alumnos de secundaria, con el objetivo de reconocer anualmente al escritor alburquerqueño, e incentivar y premiar la creación literaria entre el alumnado de enseñanzas medias.
El jurado del certamen está formado por profesores del IES Castillo de Luna, quienes eligen tres ganadores, con un primer premio de 600 euros, y dos accésits de 300 euros cada uno, financiados por empresas de Alburquerque y la AMPA del IES. Los relatos ganadores serán publicados por la Editora Regional de Extremadura.
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